Tarde gris, mucho viento en San Pedrito. El anhelado regreso a nuestras canchas del triunfo se hacía realidad: el pasto sobre el que nos revolcamos la primera vez, las redes rotas de los primeros goles, el recuerdo de nuestros primogénitos rivales, las chispas todavía ardientes de nuestros primeros botinazos.
regresamos después de mucho tiempo, faltos de fútbol, luego de un parate que nos asesinó el ritmo deportivo de alto vuelo alcanzado en las fechas anteriores. El tiempo es nuestro peor rival: cada vez estamos mas viejos, más gordos, con mas birras encimas, mas patéticos que nunca.
Contamos: éramos doce, al menos completábamos. "Repartí las camisetas, mono". "Primero pará el equipo", respondió sabiamente. El "manayer deportivo" del club, ahora devenido en DT interino, observó a su alrededor, analizando la materia prima: no lo podía creer. Los pelotazos del calentamiento cruzaban el área sin poder ser conectados por nadie, cuando llegaban hasta el área; todo balón pasaba lejísimos del arco; no podíamos hacer un gol, y eso que nadie estaba atajando. Primer gran problema: faltó Solanito, nuestro arquero indiscutido. "¿Quien ataja?""Y vos Sapo, sos el que mejor ataja de los que estamos acá", propuso el presi. Lamentablemente, tenía razón. Poniéndole el pecho a la situación, Sapo se calzó la casaca naranja del portero, hecho del que se arrepentirá por el resto de sus días. Ojalá no sean demasiados.
Respetamos el 3-5-2 que venía invicto, y arrancó al partido. La primera fue nuestra: combinación mortal por la izquierda entre Javilo y Bachi, centro, cabezazo de Tapia anticipando al arquero, afuera. Con eso se ganó la titularidad. Fernandez, ausente.
El Burro asustaba, tocaba, el partido era de ida y vuelta: de tres cuarto de cancha a tres cuartoo de cancha, las áreas no existían.
Primera pelota rival al área, "manos de manteca Sapito" en una pelota fácil, controla en dos tiempos. Avisaba el arquero.
Dos pelotazos y ocho pifias más adelante, el nueve rival patea de lejos, una pelota llovida con destino de red, fácil para cualquier arquero... que esté bien parado. Muy adelantado, retroceso lento, mal cálculo, puños débiles, el arquero apenas desvió lo justo el balón para que se colgara en el ángulo.
Seguimos aguantando el uno a cero, pero un par de jugadas después, soberbio cierre del cuatro del Burro, Luis Palermo. "Para afuera" le gritaron, y el defensor acomodó la cintura, apuntó, y clavó un centrazo contra su propia área al espejar hacia el medio. La paró el rival en el punto del penal, giró, la pelota picó mal, otra vez inútil reacción del improvisado arquero, gol al Burro. La tarde se ponía todavía mas gris.
Minutos después, luego de una triple pifia consecutiva de los tres defensores del Burritos (si hubiéramos jugado con cuatro en el fondo tendríamos un record guines), planchazo típico de la defensa burriana, tiro libre cerca del área para el rival. Otra pelota llovida, el arquero la roza, Sapito se comía su tercer gol de la tarde. "Si no la tocabas no valía, era indirecto" Casi todos lo sabían, menos el arquero. Por fortuna, terminó el primer tiempo.
En el segundo, arrancamos peor parados que al comienzo. Casi todo fue del rival: dos pelotas en el palo, cincuenta tiros afuera, doce mil orsay que el gordito con el pito y sin tarjetas nunca vió, un gol más.
Tuvimos que jugar algunos minutos con un hombre menos, por la lesión de Luis: tremendo choque, con mucha garra... contra el propio arquero. Quedó tendido en el pasto, por lo que refe paró el partido, en medio de nuestro único contrataque claro de la tarde. Lo peor: nos quedamos sin el pateador titular de los saque de arco. Entre Pinchi y Sapo, saliendo desde el fondo, crearon las mejores situaciones de gol para rival.
En síntesis: jugamos horrible, estábamos mal parados, nos quedamos sin huevos, nos faltaba el arquero, perdimos el medio campo, no tuvimos capacidad de definición, necesitamos suplentes, salir a correr y que asistan los refuerzos. Solucionamos eso... ¡y somos un equipazo!
Antes de ir a casa, la comisión directiva tomó una desición trascental para la historia del Burritos: queda terminantemente prohibido no salir de fiesta las noches anteriores al partido. En lo posible, asistir ebrios. Esa es una buena excusa para no tener que aceptar que lo nuestro es, definitivamente, lo social.
regresamos después de mucho tiempo, faltos de fútbol, luego de un parate que nos asesinó el ritmo deportivo de alto vuelo alcanzado en las fechas anteriores. El tiempo es nuestro peor rival: cada vez estamos mas viejos, más gordos, con mas birras encimas, mas patéticos que nunca.
Contamos: éramos doce, al menos completábamos. "Repartí las camisetas, mono". "Primero pará el equipo", respondió sabiamente. El "manayer deportivo" del club, ahora devenido en DT interino, observó a su alrededor, analizando la materia prima: no lo podía creer. Los pelotazos del calentamiento cruzaban el área sin poder ser conectados por nadie, cuando llegaban hasta el área; todo balón pasaba lejísimos del arco; no podíamos hacer un gol, y eso que nadie estaba atajando. Primer gran problema: faltó Solanito, nuestro arquero indiscutido. "¿Quien ataja?""Y vos Sapo, sos el que mejor ataja de los que estamos acá", propuso el presi. Lamentablemente, tenía razón. Poniéndole el pecho a la situación, Sapo se calzó la casaca naranja del portero, hecho del que se arrepentirá por el resto de sus días. Ojalá no sean demasiados.
Respetamos el 3-5-2 que venía invicto, y arrancó al partido. La primera fue nuestra: combinación mortal por la izquierda entre Javilo y Bachi, centro, cabezazo de Tapia anticipando al arquero, afuera. Con eso se ganó la titularidad. Fernandez, ausente.
El Burro asustaba, tocaba, el partido era de ida y vuelta: de tres cuarto de cancha a tres cuartoo de cancha, las áreas no existían.
Primera pelota rival al área, "manos de manteca Sapito" en una pelota fácil, controla en dos tiempos. Avisaba el arquero.
Dos pelotazos y ocho pifias más adelante, el nueve rival patea de lejos, una pelota llovida con destino de red, fácil para cualquier arquero... que esté bien parado. Muy adelantado, retroceso lento, mal cálculo, puños débiles, el arquero apenas desvió lo justo el balón para que se colgara en el ángulo.
Seguimos aguantando el uno a cero, pero un par de jugadas después, soberbio cierre del cuatro del Burro, Luis Palermo. "Para afuera" le gritaron, y el defensor acomodó la cintura, apuntó, y clavó un centrazo contra su propia área al espejar hacia el medio. La paró el rival en el punto del penal, giró, la pelota picó mal, otra vez inútil reacción del improvisado arquero, gol al Burro. La tarde se ponía todavía mas gris.
Minutos después, luego de una triple pifia consecutiva de los tres defensores del Burritos (si hubiéramos jugado con cuatro en el fondo tendríamos un record guines), planchazo típico de la defensa burriana, tiro libre cerca del área para el rival. Otra pelota llovida, el arquero la roza, Sapito se comía su tercer gol de la tarde. "Si no la tocabas no valía, era indirecto" Casi todos lo sabían, menos el arquero. Por fortuna, terminó el primer tiempo.
En el segundo, arrancamos peor parados que al comienzo. Casi todo fue del rival: dos pelotas en el palo, cincuenta tiros afuera, doce mil orsay que el gordito con el pito y sin tarjetas nunca vió, un gol más.
Tuvimos que jugar algunos minutos con un hombre menos, por la lesión de Luis: tremendo choque, con mucha garra... contra el propio arquero. Quedó tendido en el pasto, por lo que refe paró el partido, en medio de nuestro único contrataque claro de la tarde. Lo peor: nos quedamos sin el pateador titular de los saque de arco. Entre Pinchi y Sapo, saliendo desde el fondo, crearon las mejores situaciones de gol para rival.
En síntesis: jugamos horrible, estábamos mal parados, nos quedamos sin huevos, nos faltaba el arquero, perdimos el medio campo, no tuvimos capacidad de definición, necesitamos suplentes, salir a correr y que asistan los refuerzos. Solucionamos eso... ¡y somos un equipazo!
Antes de ir a casa, la comisión directiva tomó una desición trascental para la historia del Burritos: queda terminantemente prohibido no salir de fiesta las noches anteriores al partido. En lo posible, asistir ebrios. Esa es una buena excusa para no tener que aceptar que lo nuestro es, definitivamente, lo social.