Dos Lukas no había ganado nunca en su puta vida. Tuvimos que ser nosotros los solidarios que le pongan picante al torneo.
Con debut de arquerito nuevo (partidazo de Solano, a pesar de lo que dicen algunos corresponsales amarillistas) el Burrito salió a la cancha con todas las ganas de ganar, pero se quedó corto.
Tal vez la chupa de la noche anterior, donde el tres, el diez y el nueve suplente (que jugó de arranque) se quedaron cosechando ojeras hasta altas horas de la madrugada, tuvo algo que ver, aunque, según declaraciones de estos indisciplinados personajes "no se siente en la cancha".
Salvo mono, y la actuación estelar de Solano (casi figura, si no fuera por un desafortunado gol al ángulo) el resto del equipo hizo papa.
Empezamos desordenados, a falta de DT (que no se haga costumbre Luna, porque te rajamos del puesto) y no nos encontramos en la cancha. Dos Lukas, con su táctica de defensa "pum para arriba", como corresponde, y un diez que la aguante, nos complicó la tarde.
El uno a cero llegó por culpa de un balón mal cerrado por la derecha, la defensa no la sacó, el ocho invisible, gol evitable de Dos Lukas.
Afortunadamete, ni cinco minutos despúes, Tapia, Sapito y mono tocaron por la derecha, Monky, de guapo, se metió entre dos, encaró al arquero, y definió al primer palo. Un golazo. El empate trajo tranquilidad.
Durante el resto del primer tiempo, fueron ellos superiores, pero no demasiado. el resultado era justo. De nuestra parte, un par de pelotazos con destino de gol que rebotaron en la defensa, un pelotazo cruzado del siete que juega de ocho a las nubes, y nada más.
En el entretiempo, esta vez no vomitó sapo, como en el partido anterior, porque ya había vomitado antes de entrar a la cancha, en el precalentamiento. Eso no pude ser nunca un ocho.
Debatimos un rato, y en asamblea, nos dimos cuenta que jugar con "Bati y Crespo" juntos de arranque, no nos sirvió. Volvió Javiyú a ser delantero y Nico bajó a la zona de volantes.
Cuando nos estábamos acomodando, el diez rival probó suerte desde afuera, rebotó en un defensor, la pelota dibujó una extraña parábola y se clavó en un ángulo. El arquerito, y el resto de los pibes, no lo podíamos creer. El diez menos.
Nos costó demasiado crear llegadas, pero cuando nos empezábamos a animar, otra vez se escapó por la derecha un delantero, sombrerito al arquero (que ya había tapado un par de mano a manos) y la pelota, inxplicablemente, pasa por encima de la cabeza del tres (que cerraba sobre la línea como cuatro) y después del blooper, tranquilito con el arco vació convirtió el delantero. Ese segundo gol nos dolíó en el alma.
Hicimos los cambios pertinentes, jugamos con línea de tres que de vez en cuando se convertía en línea de dos (Santi de cuatro jugaba de siete) y después de un córner, lo esperado: patada de mono al arquero, rebote, cabezazo de Tapia, mano en la línea, rebote, Tapia de nuevo, gol del nueve suplente... ¡Penal! cobró el árbitro, y Tapita con las ganas. Mientras el réferi expulsaba al defensor por la mano, "¡era mi gol!" repetía Tapia, y su esposa y cuñada seguían festejando el gol en la tribuna con pasitos coreográficos. Nunca entendieron nada. "Patealo Bachi, como prometiste anoche" le gritamos desde el banco, pero se ensució los pañales. "Luna paga un cajón" se escuchó decir, así que Nico pateó muy bien el penal (nadie le tenía fe) y descontamos. A pesar de jugar con un hombre mas los ultimos minutitos, no pudimos ni asustarlos. El árbitro lo terminó rápido (¡botón!) y cosechamos otra derrota.
Seguimos clasificados, pero arañando. Si no le ponemos pilas, el Burrito se va a la "B".
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